10/2/14

Entrevista a la historiadora Wendy Z. Goldman sobre las mujeres en la revolución rusa

goldmanMujer y revolución

Entrevistamos a la historiadora norteamericana Wendy Z. Goldman acerca de la política bolchevique sobre la liberación de las mujeres durante los primeros años luego de la toma del poder en octubre de 1917. La autora resume algunos de los esfuerzos por modificar las condiciones materiales que serían la base de la emancipación de las mujeres. En un sentido opuesto por el vértice a las políticas implementadas por la burocracia estalinista más tarde, el bolchevismo cuestionará –alimentado por las fuerzas de la revolución obrera– las jerarquías de la vieja sociedad burguesa y sus instituciones.

N.5, noviembre 2013.



IdZ: En los primeros capítulos de La mujer, el Estado y la revolución, uno de los temas centrales son las innovaciones de la Revolución Rusa, con respecto a los derechos civiles, especialmente para las mujeres. Para usted, ¿cuáles fueron las más importantes?

En ese momento, en 1918, los derechos más importantes para las mujeres incluyeron la igualdad ante la ley, el derecho al divorcio y el derecho al aborto legal y gratuito. Estos derechos eran esenciales para la independencia de las mujeres de instituciones patriarcales como la Iglesia Ortodoxa y otras autoridades religiosas, y del control de sus padres y esposos. La igualdad ante la ley les dio a las mujeres el derecho a controlar sus salarios y su propiedad, a reclamar la patria potestad sobre sus hijos en caso de divorcio, y decidir dónde vivir, estudiar y trabajar. Estos derechos no existían antes de la revolución. Hoy, en muchas partes del mundo, las mujeres todavía no gozan de estos derechos civiles básicos o de la igualdad con los varones. Creo que los derechos civiles elementales –el derecho a ser tratadas en igualdad de condiciones con los hombres en términos de empleo, participación política, educación, roles sociales y oportunidades– todavía son problemas apremiantes. Bajo el capitalismo, el derecho a un salario digno es un derecho esencial para ambos sexos. Si los hombres y las mujeres de todo el mundo gozaran del derecho básico al empleo y a un salario que les permita sostener a sus familias, muchos de los problemas sociales actuales desaparecerían.



IdZ: Además de los derechos formales, los bolcheviques creían que la liberación de las mujeres sería imposible si no se socializaba el trabajo doméstico. Este es un enfoque muy interesante, incluso hoy sigue siendo un debate en el feminismo (marxista o no marxista). ¿Por qué cree que se centraron en ese problema?

Los bolcheviques se centraron en la socialización del trabajo doméstico porque creían que la liberación de las mujeres dependía de la autonomía económica y financiera con respecto a los hombres. Si una mujer debía depender de un hombre para que la mantuviera, su capacidad para elegir y tomar sus propias decisiones se vería imitada por el control económico. Además, los bolcheviques creían que la responsabilidad por el trabajo doméstico obstaculizaba tanto el ingreso de las mujeres al trabajo asalariado en igualdad con los hombres, como para alcanzar la igualdad de oportunidades en la educación. Para alcanzar la igualdad en la esfera pública, las mujeres debían ser liberadas de la carga desigual del trabajo doméstico que pesaba sobre ellas. Limpiar, hacer las compras, lavar la ropa y cuidar a los niños pequeños, en síntesis, todo el trabajo no remunerado que Marx definió como “reproducción de la fuerza de trabajo”, cotidianamente, insume una gran cantidad de tiempo. Los bolcheviques esperaban liberar a las mujeres de los aspectos más monótonos y pesados de este trabajo para permitirles participar entera y activamente en la sociedad. Realizaron muchos estudios sobre el trabajo y el tiempo, sobre la cantidad de horas diarias que las mujeres y varones de la clase obrera dedicaban al trabajo doméstico. Lo que veían es que después del trabajo, los hombres leían el diario mientras las mujeres lavaban la ropa. Socializaban con amigos mientras las mujeres cuidaban a los niños. Jugaban al ajedrez mientras las mujeres cocinaban, limpiaban y hacían las compras. En resumen, los hombres podían desarrollarse como seres humanos mientras las mujeres servían a la familia (y a los hombres). La solución bolchevique fue socializar el trabajo doméstico tanto como fuera posible: crear comedores públicos, construir lavanderías, crear guarderías y reducir el trabajo doméstico al mínimo. La gente que trabajara en esas empresas, tanto hombres como mujeres, tendrían buenos salarios y serían respetados como trabajadores. El trabajo doméstico, o una buena parte de él, sería socializado y remunerado. Las mujeres serían libres para buscar trabajo, educarse y disfrutar del tiempo libre en igualdad con los hombres. Los bolcheviques tuvieron una excelente idea, aunque el Estado fue demasiado pobre para hacerla realidad.



IdZ: Es destacable que los bolcheviques hayan tenido una política abierta sobre las relaciones personales, especialmente considerando el atraso social y cultural de Rusia. ¿Por qué cree que decidieron incluir el amor libre o el cuestionamiento de las relaciones jerárquicas entre padres e hijos?

La idea del “amor libre” data de varios siglos atrás. ¡Tiene mucha historia! Muchos movimientos por la justicia social, incluyendo las primeras sectas cristianas, soñaron con la idea del amor liberado de las consideraciones económicas. Los bolcheviques provenían de una larga línea de pensadores socialistas, socialistas utópicos y marxistas, que buscaban crear vidas mejores y más libres para las mujeres. También fueron conscientes, hace muchos años, de la necesidad de los “derechos de los niños”, o el derecho de la juventud a liberarse de la tiranía y el poder abusivo de los padres, y los padres varones en particular. En una cultura patriarcal, los padres ejercían un control tremendo sobre las madres y los niños. Tomaban decisiones sobre el matrimonio, la educación y el trabajo. Los bolcheviques querían abolir este control a favor de los derechos del individuo, del ser humano. Al llegar al poder como resultado de una revolución, y con esperanzas de construir un mundo nuevo, muchos juristas, educadores y otros soñaron nuevas posibilidades. Cuestionaron las jerarquías de todo tipo, no solo aquellas dentro de la familia. El Ejército Rojo fue reconstruido bajo nuevas reglas más democráticas en términos de las relaciones entre oficiales y soldados. Las escuelas se transformaron en coeducacionales, y los maestros, estudiantes y trabajadores crearon soviets para gobernarlas. Los juristas discutían el “desvanecimiento” de la ley y el Estado, y hacían leyes destinadas a alentar ese objetivo. Incluso desafiaron las jerarquías en el arte y la música. En la década de 1920, los músicos soviéticos experimentaron con una “orquesta sin director”. Fue un momento de gran nivelación y de experimentación apasionante en todas las áreas de la vida.



IdZ: Una de las conclusiones de su libro es que la reversión llevada a cabo por la burocracia estalinista no fue solo material (considerando la dura situación económica) sino ideológica. ¿Cuáles son las bases centrales de esa conclusión?

Muchos de los intentos bolcheviques de crear más libertad para las mujeres debieron enfrentar la pobreza y la miseria creada por años de guerra civil. La década de 1920 fue un período de alto desempleo, especialmente para las mujeres. La idea de la independencia femenina no podía realizarse simplemente facilitando el divorcio porque las mujeres no tenían forma de mantenerse a ellas ni a sus hijos. Muchas de ellas tenían que mantener también a sus padres y familiares discapacitados. Sin embargo, la actitud del Estado hacia la liberación de las mujeres cambió precisamente en el momento en que comenzaba la industrialización, y la Unión Soviética se transformaba en una sociedad de pleno empleo.

Una gran cantidad de mujeres ingresó a la fuerza de trabajo en los años 1930, muchas con buenos salarios y en puestos industriales. Era precisamente en ese punto que la liberación de las mujeres podría haberse realizado. Aunque el Estado soviético alentaba firmemente la educación, capacitación y empleo de las mujeres, y creaba un sistema masivo de guarderías y comedores, también realizaba una reversión ideológica a los roles de género tradicionales en el hogar. Las mujeres, además de trabajar, ahora eran alentadas a asumir la completa responsabilidad de crear espacios domésticos acogedores.

El Estado criminalizó el aborto en 1936 e hizo el divorcio mucho más difícil. En este sentido, el Estado estalinista adoptó un híbrido de participación femenina en la fuerza de trabajo junto con roles de género tradicionales en la familia. La criminalización del aborto representó un peso terrible y peligroso sobre las mujeres, que continuaron realizándose abortos pero en la ilegalidad. Los hospitales se llenaron de mujeres con hemorragias e infecciones terribles. La tasa de abortos cayó momentáneamente en 1937, pero luego trepó rápidamente otra vez; las mujeres siempre han intentado controlar su fertilidad (es algo esencial para poder elegir libremente y tomar decisiones sobre sus propias vidas). El resultado fue que las mujeres, privadas del derecho al aborto legal y seguro, siguieron abortando, pero recurrieron a métodos peligrosos.



IdZ: Para terminar, queríamos saber su opinión sobre la participación de las mujeres en las movilizaciones que se vienen desarrollando alrededor del mundo.

Marx, Engels, August Bebel, Clara Zetkin, Lenin, Alexandra Kollontai, y muchos otros pensadores socialistas creían que el trabajo asalariado creaba las precondiciones para la emancipación de las mujeres. Un salario independiente liberaría a las mujeres de la familia como unidad económica y brindaría las bases de su independencia económica, que a su vez, le permitiría elegir libremente. Creo que esos pensadores tenían razón esencialmente. Hoy todavía es necesario dar muchas batallas, incluso en los países industrializados y posindustriales.

En muchos lugares, las mujeres trabajan pero no tienen acceso a un salario digno. Las ideas sobre los roles de la mujer en la familia, las mujeres como objetos sexuales, y el no respeto de las mujeres como personas, son todas cosas que aún deben cambiar.

A pesar de eso, las mujeres son activas en todas partes de una forma nueva y apasionante. Exigen castigo a los violadores en India, reclaman educación para las niñas en Afganistán. En Arabia Saudita reclaman su derecho a manejar. En América Latina, también, hay nuevas luchas y reclamos. Mis hijos alcanzaron la mayoría de edad en una nueva era. Creen que los jóvenes, sin importar su género, tienen los mismos derechos y oportunidades. Apoyan el derecho de las personas a elegir su orientación sexual y casarse con quien quieran. Por supuesto, enfrentarán muchos de los mismos problemas que su madre: cómo combinar el trabajo y la familia, cómo crear un hogar cariñoso, en el que los hombres compartan de forma igualitaria las tareas doméstica y se ocupen del cuidado de los niños. Peleamos estas batallas, pero creo que las nuevas generaciones lo harán mejor que nosotros. Nuestras niñas exigirán más. Y así debe ser si las cosas van a cambiar.



Entrevista y traducción: Celeste Murillo.

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WENDY GOLDMAN

Es historiadora social y política, especializada en Rusia y la Unión Soviética. Es autora de La mujer, el Estado y la revolución (publicado en castellano por Ediciones IPS, 2010), que fue considerado al momento de su edición, en 1994, el mejor libro de historia escrito por una mujer en Estados Unidos. También es autora de Terror y Democracia en la era de Stalin. Dinámicas sociales de la represión; Mujeres a las puertas: género e industria en la Rusia de Stalin. Su último trabajo publicado fue Íntima traición, un libro que ahonda en el comportamiento y la psicología de los ciudadanos soviéticos durante el período del terror estalinista.

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